sábado, 8 de mayo de 2010

MODA

Ya que la cultura responsable del Rococó se caracterizaba por la búsqueda del placer personal, ese placer naturalmente incluía la indumentaria, también esta fue elevada a la categoría de arte. Francia ya había sido líder reconocido de la moda durante el reinado de Luis XIV, el período rococó confirmó la reputación del país como líder de la moda en todo el mundo.

Peto, 1760, Suiza.


Para las mujeres, el espiritú esencial de la moda rococó residía en la elegancia, el refinamiento y la decoración, así como en elementos caprichosos y extravagantes, como coquetería. En contraposición a la solemnidad de la indumentaria del siglo XVII, el atuendo femenino del siglo XVIII era a la vez ornamentado y sofisticado. El traje masculino del siblo XVII había sido más extravagante y vistoso que el femenino, tomaron entonces las mujeres la iniciativa y adquirieron una elegancia espéndida.

Terno de hombre (casaca, chaleco y calzón), hacia 1760.
Terno de brocado de seda color malva con motivos de doble hoja; puños anchos doblados hacia atrás; chaleco con mangas de distinto tejido; chorrera y volantes de la manda de encaje aplicado de Bruselas con motivo floral.

Simpultáneamente, la gente también ambicionaba un estilo de vida cómodo que le permitiera pasar horas de ocio en acogedores salones, rodeada por sus cachivaches y sus muebles favoritos. Para satisfacer estas necesidades cotidianas, surgió un estilo de vestir relativamente más relajado e informal.

Chaqueta (pet-en-l'air) y falda, década 1760.

Chaqueta con raso de seda con manga pagoda de doble volante y adorno del mismo tejido; corsé de damasco de seda adornado con tiras de hilo de seda; falda de raso de seda acolchado.


Vestido a la francesa, mediados de la década de 1760, Inglés.

Raso de seda rosa con adornos del mismo tejido; manga pagoda con triple volante; peto y falda a juego.


Un nuevo estilo surgido a principios del siglo XVIII fue el de la robe volante, o vestido volante, una derivación del négligé. La característica principal de este vestido era el corpiño, con grandes pliegues que fluían desde los hombro hasta el suelo sobre una falda redonda. Después del vestido volante, el otro atuendo femenino típico del rococó era el llamado vestido a la francesa, y este estilo persistió como traje de etiqueta para la corte hasta la época de la Revolución. Los elementos básicos del atuendo femenino fueron un vestido con falda y sobrefalda y un peto traingular que cubría el pequo y el estómagobajo la abertura frontal del vestido. Estas prendas se llevaban encima de un xorsé y un guardainfantes, que formaban la silueta. Éstos fueron los componentes básicos, que sólo variaron en sus detalles decorativos, década tras década, hasta la Revolución Francesa.

Vestido a la francesa, hacia 1770, Francia.
En la década de 1770, la moda femenina de la corte se caracterizaba por una enorme falda ahuecada lateralmente por un guardainfante, y un alto peinado. Esta moda expresaba la cumbre de la belleza del artificio; vestidos tratados como construcciones arquitectónicas.

Vestido a la francesa, hacia 1765, Francia.
Seda chiné de Lyon azul celeste con motivos florales y orlas; ribete del mismo tejido; puños con doble volante, peto y falda a juego.


La indumentaria del Rococó es distintiva por su fantasía, asimetría, sus finos detalles y su ligereza; su vistosa belleza estaba acentuada por el uso de sus tejidos. Los más comunes en la ropa de mujer y de hombre eran las telas de satén, atlas, brocados y encajes, normalmente en tonos pastel. Los extravagantes tejidos d seda producidos en Lyon resultaban esenciales para la moda rococó. A partir del siglo XVII el gobierno francés apoyó la diversificación de la produccioón de tejidos de seda en Lyon mediante el desarrollo de nuevos mecanismos para telares, así como nueva tecnología para el tinte. Sustituyendo los productos de seda italianos que habían dominado el mercado en el siglo anterior.

Francois Boucher, Madame de Pompadour, 1759, Wallace, Londres.

Madame Pompadour, lleva un vestido a la francesa, con la abertura frontal del mismo sobre un corpiño. Bajo la sobrefalda se puede observar la falda y un peto triangular. El peto está adornado en forma escalonada con cintas, lo que acentúa la forma del busto, que queda levantado y moldeado por el corsé. Encaje adorna los puños del vestido, éste enriquecido por volantes, encaje, cintas, y flores artificiales, tiene de cierta forma una ornamentación excesiva y representa el espiritú más sofisticado y delicado del rococó.

Instituto de la Indumentaria de Kioto, MODA Desde el siglo XVIII al siglo XX, Taschen, Italia.

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